martes, 13 de noviembre de 2012


EL RATÓN

Vivían mis padres en un pisito en la Calle Laurel de las Tablas y un buen día, por la hornilla de carbón apareció un ratoncillo muy gracioso. Asomaba todas las mañanas y como era muy simpático, mi madre le empezó a dar trocitos de queso. El ratón que era muy listo asomaba siempre pidiendo su trocillo de queso y como no podía ser de otra manera, se le puso de nombre Mickey.
El error de Mickey fue contarle a sus amigos lo del chollo que había encontrado y al poco tiempo, la hornilla económica fue invadida poco a poco por una legión de ratones. Ni qué decir tiene, que por supuesto mi madre no encendía la hornilla por no quemar vivos a los ratones que en ella habitaban.
La invasión ratonil empezaba a ser un problema.
Entonces empieza mi padre a idear métodos para dar caza a los ratones que ya campaban a sus anchas por toda la casa. Ni pensar en envenenarlos. Pobrecillos.
El método que más éxito tuvo fue el de la palangana. Ponía boca abajo una palangana de aquellas de porcelana blanca con un filillo azul cobalto sujetándose por uno de los lados con un palito. Al palito se le unía una cuerda y en el otro extremo un trocito de queso. Cuando el ratón cogía el queso, el palito se caía y quedaba atrapado debajo de la palangana con el consiguiente estruendo, fuera la hora que fuera.
Una vez atrapado el ratón en el ingenio, mi padre procedía a guardarlo en una cajita y se iba a un descampado para su liberación.
El método desratizador era muy animalista, pero poco efectivo pues a los ratones les cundía más multiplicarse que a mi padre darles caza.
Al final, muy a pesar de mis padres, tuvieron que poner fin a la plaga por métodos tradicionales, y así acabó la historia del pobre ratón Mickey y su extensa familia.
Cuando me contaron esta historia de pequeña pregunté:- ¿ Y a Mickey lo envenenasteis? - a lo que me respondieron: - Qué va, hija. A Mickey lo  soltamos en el campo.- Y me quedé mucho más tranquila.

2 comentarios:

  1. Te quedaste tranquila con mucha razón Solete,porque tu Mickey tuvo una esposa e hijos, nietos, bisnietos y tataranietos y se multiplicará su estirpe por los siglos de los siglos, y así hasta llegar al infinito y más allá.

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  2. Imagínate mi drama de no haber quedado en libertad ese simpático ratón.

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